Con Charles Baudelaire aparece documentada por primera vez la mirada cosmopólita del flaneur.
Un observador existencial –que atento a los nuevos fenómenos de la metrópolis industrializada–, se da cuenta de que algo ha cambiado para siempre, y sienta las bases para las posteriores transformaciones artísticas de las vanguardias históricas.
El andar sin rumbo del dandy frances, da cuenta de una nueva ciudad que se mueve a un ritmo frenético nunca antes visto, donde la velocidad de los estímulos ha trastocado la capacidad humana de contemplar, observar y diseccionar. La textura sustituye al detalle y el objeto fracturado descompone la unidad previa del objeto.
¡El individuo existe! y solo él contra la masificación de la industria puede asentar el cambio. Si algo aún puede salvarnos, es la mirada del genio...la mirada del artista.
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